Los nueve objetivos de la Política Agraria Comunitaria son;

  1. Asegurar ingresos justos
  2. Incrementar la competitividad
  3. Reequilibrar el poder en la cadena alimentaria
  4. Acción contra el cambio climático
  5. Protección del medio ambiente
  6. Conservar el paisaje y la biodiversidad
  7. Apoyar el relevo generacional
  8. Zonas rurales vivas
  9. Protección de los alimentos y de la salud

España se enfrenta al reto de formar parte de los países que lideren el proceso para alcanzar dichos objetivos.

El sector agrario y el logístico son dos de los sectores que mejor han salido parados durante la pandemia. Si bien se han visto contagiados de la caída de la economía general, han sabido mantenerse con mínimas pérdidas, alejadas del desastre de la crisis anterior. Sin embargo, comparados con países como Holanda o Alemania, aún tenemos mucho camino por recorrer.

Precisamente Holanda ha logrado ser un modelo a seguir basando toda su producción en la innovación y en la transformación digital. Sus invernaderos robotizados son portada de casi todos los informativos agrarios. Y es que no hay duda, ese es el camino.

La deriva poblacional nos avoca al envejecimiento y al abandono de las zonas rurales, lo cual conlleva una reducción de la superficie productiva y a una reducción de la mano de obra. Esto hace pensar que estamos a punto de perder el carro de la economía también en el sector agrario, pero mirándolo desde una perspectiva estratégica, quizá sea una ventana de oportunidad que motive el despegue definitivo. Al fin y al cabo, hay hectáreas libres para ser cultivadas, conocimiento para ponerlas en producción y mercados para comprar las cosechas. ¿Cómo conseguir la financiación y la mano de obra para ponerlas en marcha?

Partamos de ciertos datos:

La migración interprovincial e internacional no está dando frutos relevantes en cuanto a cuantía de las nóminas y posibilidades de ahorro. Los jóvenes siguen siendo el sector poblacional más perjudicado por el desempleo.

La despoblación rural sigue basándose en falta de oportunidades, desapego por los oficios tradicionales y el acceso a modos de vida y relaciones sociales diferentes

Los jóvenes emigrantes se encuentran encerrados entre el desapego por su tierra natal y la falta de expectativas de su ciudad de acogida.

¿Cómo romper con el concepto con la incertidumbre y la dureza de la economía agrícola y los oficios rurales? ¿Cómo lograr que los jóvenes se sientan atraídos por el campo sin sacrificar sus expectativas sociales y culturales?

Parece que la transformación digital podría ser el punto de inflexión que el sector necesita, pues se enfoca en los siguientes aspectos:

  • Reduce la carga física del trabajo de las personas
  • Centra las actividades humanas en el control y la gestión
  • El control se puede hacer en remoto
  • Automatiza la mayoría de los procesos
  • Permite gestionar más hectáreas con las mismas personas
  • Reduce los costes
  • Elimina la incertidumbre, sobre todo en invernaderos

Es decir, se puede ser empresario agrícola, ganar dinero, con menos esfuerzo físico, reduciendo la incertidumbre y tener una vida plena combinado días en el campo y días en la ciudad.

¿Y la financiación? La PAC lo deja claro. Mientras el proyecto esté alineado con alguno de los nueve objetivos, Europa estaría dispuesta a invertir en él. Ya lo está haciendo. Lo que de verdad hacen falta son emprendedores que se quieran apuntar a uno o a varios de los nueve retos.


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